martes, 5 de enero de 2010

Escondida

La casa estaba escondida; la encontramos una tarde de febrero. Andábamos siguiendo el derrotero de pájaros serranos cuando tomamos la osadía de meternos entre unos pastos crecidos y abiertos por las huellas de un tractor. El rojito olfateó con su instinto de motor ronco hacia una arboleda obediente que flanqueó con verdura el camino. Las sierras codeaban la brisa en movimientos planos.


Era un país puro. La primavera, la mentira más genial.

El monte se abrió delante de un camino trunco, y se detuvo el agua de la cañada para besar las piedras. Patos y garzas en un bañado pedigüeño rogaron contemplación. Allí encontramos la casa, palpitando y lenta. Levantada en paz. Dando de lo que no tiene, casi todo.

De la serie “On the road” (1)

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